En 2018, el Informe sobre el Progreso Energético, elaborado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y el Banco Mundial (BM), entre otros organismos internacionales, predecía que las renovables apenas cubrirían el 21% del consumo de energía en 2030. Al día de hoy, esta perspectiva está superada ya que las fuentes no contaminantes generan el 28,2% de dicho consumo a nivel mundial.

Aun así, el mundo está muy lejos de lograr la meta para 2030 planteada en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 (ODS 7) de las Naciones Unidas. Tal propósito plantea garantizar el acceso a la energía asequible, confiable, sostenible y moderna, así como mantener el calentamiento global por debajo de 1,5°C respecto a los niveles pre-industriales. Esta es la conclusión de la edición 2023 del “Seguimiento del ODS 7: El informe de progreso energético”. Este documento califica de insuficientes los esfuerzos realizados hasta ahora al respecto. En la misma línea crítica está el informe “Panorama mundial de las transiciones energéticas 2023”, de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).

Aumento del consumo de energía renovable y otras conclusiones del Seguimiento del ODS 7

Para empezar, es relevante recordar que el “Seguimiento del ODS 7: El informe de progreso energético” es un estudio que realizan conjuntamente varias organizaciones. Estas son: la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD), el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El citado informe pronostica que la crisis energética promoverá la expansión de las energías renovables y estimulará la eficiencia energética. Esto será posible mediante diversas políticas gubernamentales dirigidas a incrementar la inversión. No obstante, IRENA señala que los flujos financieros públicos internacionales para apoyar proyectos de energía limpia en países de ingresos bajos y medios disminuyó desde antes de la pandemia del COVID-19. Incluso, la financiación se limita a un pequeño número de países.

Lograr que los beneficios socioeconómicos del cambio hacia la energía sostenible lleguen a más personas exige una reforma estructural de las finanzas públicas internacionales. Igualmente, es necesario definir nuevas oportunidades para promover más inversiones, según el documento.

Asimismo, el incremento de la deuda y de los precios de la energía ponen en duda las perspectivas de lograr el acceso universal a la energía. El seguimiento ODS 7 2023 estima que 660 millones de personas no tendrán acceso a la electricidad en 2030, a menos que se tomen medidas.

Un incremento en el uso de electricidad generada con renovables

Entre las cifras clave del informe, encontramos el crecimiento del consumo de energía eléctrica generada con renovables del 26,3% en 2019 al 28,2% en 2020. Dicho incremento es el mayor producido en solo un año desde el inicio del Seguimiento ODS 7. Más adelante, ampliaremos sobre esta cifra aportada por IRENA.

Sin embargo, el uso de energías renovables para la calefacción y el transporte sufre un estancamiento y está muy distante del objetivo climático 1,5°C. Las áreas mencionadas representan tres cuartas partes del consumo mundial de energía.

El informe registra el incremento del porcentaje de la población mundial con acceso a la energía eléctrica del 84% en 2010 al 91% en 2021. En ese período, más de mil millones de personas obtuvieron acceso a dicho servicio. Esto pese a la desaceleración del ritmo de crecimiento en este indicador entre 2019-2021, en comparación con años previos. El informe indica que tal progreso fue posible gracias a los esfuerzos en electrificación rural, pero aún hay una brecha en las áreas urbanas.

El consumo de energía a futuro según IRENA

Por otro lado, IRENA publicó su informe Panorama mundial de las transiciones energéticas 2023. En el mismo, presenta un seguimiento del progreso de los componentes clave del sistema energético para alcanzar el Escenario 1,5°C. Allí, plantea los porcentajes de crecimiento que deben alcanzar las renovables en la generación eléctrica y las capacidades en Gigavatios que deben lograr a 2030 y 2050:

La citada agencia pronostica en su estudio un aumento en el porcentaje de participación de las energías renovables en el mix energético mundial del 16% en 2020 al 77% en 2050.

En paralelo, el incremento de la eficiencia energética y la expansión de las energías renovables mantendrán estable el suministro total de energía primaria. Por las mismas causas, el consumo total de energía final disminuirá un 6% entre 2020 y 2050.

IRENA cree que las energías renovables aumentarán en todos los ámbitos de uso final, no así en la electrificación de sectores como el transporte y los edificios. Este proceso exige multiplicar por doce la capacidad de electricidad renovable en 2050, teniendo como referencia los niveles de 2020.

Por cierto, la electricidad pasará a ser el principal vector energético, porque representará más del 50% del consumo de energía final total en 2050. Este cambio -deseable en el escenario de 1,5°C- será posible igualmente gracias al despliegue de las energías renovables y las mejoras de la eficiencia energética. También, tendrá mucho que ver en esto la electrificación de los sectores de uso final.

El consumo de energía con otras fuentes renovables

Aparte de lo anterior, la biomasa moderna y el hidrógeno tendrán un rol más destacado, ya que podrían cubrir el 16% y el 14% del consumo total de energía final en 2050, respectivamente.

En este sentido, el 94% del hidrógeno procedería de fuentes renovables en el escenario de 1,5°C dentro de 26 años. Por esta razón, será un elemento clave en la descarbonización de los usos finales y en la flexibilización del sistema eléctrico.

La inversión en renovables sigue siendo insuficiente

Alcanzar el objetivo de 1,5 ºC en 2050 requerirá una inversión de 150 billones de dólares en el despliegue de energías renovables. Es decir, debería destinarse una media anual de más de 5 billones de dólares para dicho propósito. Ciertamente, la inversión mundial en todas las tecnologías de transición energética logró un máximo histórico de 1,3 billones de dólares en 2022. Pese a ello, la inversión anual debe multiplicarse por más de cuatro para continuar en la ruta de los 1,5 ºC. Comparado con el Escenario Energético Previsto (EEP), que exige una inversión acumulada de 103 billones de dólares, en 2050 harán falta 47 billones de dólares más en inversión acumulada para continuar controlando el calentamiento global. En consecuencia, cerca de 1 billón de dólares de las inversiones anuales en tecnologías fundamentadas en combustibles fósiles previstas en el EEP deben reorientarse hacia tecnologías e infraestructuras de basadas en renovables.

Por otra parte, IRENA señala que un número muy limitado de países sigue concentrando la inversión en energías renovables y enfocándose en pocas tecnologías. La inversión en energías renovables y en sus usos finales llegó los 0,5 billones de dólares en 2022. Esto es apenas un tercio de la inversión media requerida anualmente en este ámbito en el Escenario de 1,5°C. Por cierto que las renovables son clave en la reducción de emisiones en 2030 y 2050.

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